De niña, recuerdo que una de las cosas que más disfrutaba era pintar. Me pasaba horas y horas jugando a Picasso. Mis dibujos los exhibía como si fuesen la última obra del reconocido pintor. A diferencia del artista, mis lienzos no eran las acostumbradas telas de lino, sino las páginas vacías de las libretas marca Superior que al acabarse el semestre perdían, de inmediato, su función.

“Tengo una habilidad impresionante”, me decía a mí misma sentadita en el balcón.  En aquel espacio pinté tantas y tantas cosas que aun las puedo recordar; paisajes, familias con hijos, perros, gatos y, de casas, un centenar. Tantas que, si las uniéramos todas, hasta una urbanización podríamos desarrollar. Aunque me gustaban todas mis obras, las casas tenían algo especial. Algunas eran chiquitas, otras grandes, de un piso y de dos, de muchos colores, con marquesina y un patio gigante con muchas flores a su alrededor.

Si me hubiesen preguntado, en aquel momento, que significado tenían esas figuras para mí, de seguro no lo hubiese podido explicar. Sin embargo, hoy les confieso que, al recordarlos, todos de una manera u otra, me transmiten seguridad, protección, sentido de pertenencia e intimidad.

Precisamente, toda esa amalgama de sentimientos fue la que percibí en los ojos de Anthony Santiago y Jenniffer Laboy cuando se abrazaron tras finalizar el proceso de cierre que los convirtió en dueños de su primer hogar. El sueño de esta joven pareja se hizo realidad gracias a los fondos que otorga el Programa de Asistencia Directa al Comprador, a través de la Subvención en Bloque para el Desarrollo Comunitario (CDBG-DR por sus siglas en inglés). Este programa, que administra el Departamento de la Vivienda junto con la Autoridad para el Financiamiento de la Vivienda, ofrece a los participantes elegibles, un subsidio de hasta $60,000 para costear gastos relacionados a la compra de una propiedad.  Bajo este Programa, la ayuda máxima es de $45,000 para hogares elegibles y hasta $55,000 para hogares formados por al menos un primer respondedor. En ambos casos, es posible solicitar una subvención adicional de $5,000 si la vivienda ubica en un centro urbano certificado por Vivienda.

Curiosa por conocer su historia, sin ninguna timidez, me les acerqué.  “Felicidades por este gran paso y esta hermosa bendición”, muy emocionada, les manifesté.   Sus ojos lucían algo llorosos, típico de un momento especial, y sus piernas se movían rapidito en símbolo de la alegría que ninguno pudo ocultar.

“Estamos muy felices porque, por fin, tenemos la casa que los nenes querían”, me dijo ella, fijando su mirada en él.  Entonces me comenzó a contar. Anthony es un joven trabajador puertorriqueño que se gana la vida como guardia de seguridad. Para aquel entonces, ofrecía servicios en un proyecto de viviendas en construcción.  Diariamente, Jenniffer y sus dos hijos llevaban a Anthony a laborar a ese lugar. Todos los días, al entrar al trabajo de su papá, los pequeños decían “mami, esa es la casa que papi debe comprar”. Día tras día, el mismo pedido, la misma ilusión. Control de acceso, gimnasio, dos canchas, un parque o cualquier adelanto en la construcción eran suficientes para despertar en los niños la atención.

Un 11 de marzo, luego de unas semanas, culminó la transacción. “Ahora vamos a buscar a los nenes y los vamos a llevar a la urbanización. Ellos van a pensar que me van a llevar, como todos los días, a trabajar, pero cuando estemos frente a la casa le vamos a dar la sorpresa. Vamos a enseñarles la llave para que sepan que la acabamos de comprar.”, me adelantó el orgulloso padre entre nervios y emoción.

El subsidio que recibieron Anthony y Jenniffer, de los fondos CDBG-DR, les permitió liberarse de 15 años de alquiler. Ahora, cuentan con un hogar propio, seguro y resiliente, según los parámetros que exige el Programa de Asistencia Directa al Comprador que busca incentivar que más familias hagan su sueño realidad.

El proceso para la compra del hogar fue muy organizado según Jenniffer me contó, “Nos orientaron, nos llevaron de la mano, paso a paso, hasta el final.  El personal de FEMBI nos trató muy bien y ahora estamos felices. Si logramos nuestro sueño, otras familias también lo pueden lograr”.  El subsidio que ofrece el Programa CDBG-DR es una oportunidad para una vivienda digna, ya que las familias elegibles no tienen que devolverlo jamás.

Ahora quiero contarles la experiencia de mi visita virtual. Eran las 9 de la mañana cuando Jenniffer me recibió y humildemente me invitó a pasar. El sol se colaba por las ventanas en señal de bendición. Su hogar es acogedor. Lo distingue su estilo minimalista y jovial donde abundan los colores claros, tonos grises, buena vibra y se respira paz.  La vivienda es terrera, espaciosa, tres cuartos, dos baños, cocina, sala y comedor. También tiene un hermoso patio para que sus niños puedan jugar y disfrutar.

Mientras recorría cada rincón de la casa la pequeña Picasso resurgió. Esta casa no es una de mis pinturas, es una obra real. Su lienzo es esta hermosa familia y el significado; estabilidad, confianza y felicidad.

Que su casa, su más importante “cuadro”, enmarque los mejores momentos de su vida como familia y mantenga siempre los colores de la ilusión. Que otros, al contemplarla, aspiren a tener su misma bendición y que al pasar los años puedan atesorar que orientarse sobre las ayudas que ofrecen los fondos CDBG-DR fue la mejor decisión.

Anthony Santiago y Jenniffer Laboy reciben las llaves de su hogar gracias al Programa de Asistencia Directa al Comprador en las facilidades de Fembi. Los acompañan William Rodríguez, secretario de la vivienda, Maretzie Díaz Sánchez, subsecretaria de recuperación de desastre y Blanca Fernández, directora ejecutiva de la Autoridad para el Financiamiento de la Vivienda de Puerto Rico (AFV).